domingo, 20 de abril de 2008

El "no" trasvase del Ebro.

Resulta hilarante que el Gobierno haya necesitado una semana para poner nombre al trasvase del Ebro a Barcelona, que ayer recibió luz verde. "Conducción de agua" es la expresión con la que lo bautizó la vicevogue tras el Consejo de Ministros, De la Vega salió a la palestra convencida de que la mejor defensa es un buen ataque y, para contrarrestar la primera polémica de gran calado político de la legislatura, intentó desviar la antención sobre el fondo del asunto, afirmando que las críticas sólo buscan "humillar" a Barcelona. La vacuidad del argumento es tan obvia como que estamos ante un trasvase, por muchos disfraces nominalistas tras los que se quiera ocultar.
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Porque, aunque no se trate de llevar agua de la cuenca de un río a la de otro, lo aprobado supone trasvasar 40 hectómetros cúbicos desde el Ebro a su paso por Tarragona hasta la red de abastecimiento urbano barcelonesa. Cabe insistir en lo endeble de la política del agua del Gobierno, si es que hay alguna. Así, a la primera de cambio se ha demostrado su férrea oposición a los trasvases sólo se apoya en la demagogia y el cálculo político cortoplacista. El Ejecutivo deberá hacer mucho más que discurrir eufemismos para solucionar la guerra del agua, que, por su irresponsabilidad, se ha reabiero y de forma torrencial.
Álvaro Ortega

2 comentarios:

Paqui Vicente dijo...

Pues por "Decreto ley" también tendrán que cambiar el término de TRANSVASE en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

Álvaro Ortega dijo...

Ya veremos la gracia que les va a hacer a los miembros de la RAE y a algunos ciudadanos.